Thursday, October 19, 2006

¡Segunda Función! Entrada libre-Salida con Sombrero. Esta noche: "Desde Saturno, Renzo"



Escenario, luces, en esta velada, función sin máscaras. En la noche de Capricornio, versos de Renzo tras el espejo, embebete entonces lector, mas no te embriagues, en estos versos de olvidada tinta:












El Pacto


Es la muerte como las notas mas graves de un piano,
como ese sonido final, estruendoso, sordo,
abominable, que sentencia la inmortalidad.

Es la muerte como el réquiem de algún arpa infinita,
que transcurre a través de espejos, como un líquido espectral
que viaja lenta por un túnel de aguas turbias, de figuras,
retorcidas, macabros arlequines,
marioneteros que disfrutan retorciéndonos las partes,
arañas y cuervos que no se van jamás.

Y mientras la muerte hace naufragar mi pensamiento,
mi maldición se yergue imponente, en cada sombra de un candil,
como un consejo de heraldos negros dispuestos a matar.


Es el golpe lento y brutal de algún muerto vivo, tocando a mi puerta.
¡No te temo! Y al cerrar los labios, un sable Helado, recorre mi espalda,
como el toque de un dedo frío, arañándome el alma.


Los libros en los estantes, son mudos cómplices del final que se acerca,
parecieran querer hablar, abrir sus páginas, ¡gritar!
Deshacerse en advertencias, llantos, o aquellos que me odian,
echarme sus maleficios como fieras.


Camino hacia atrás, uno, dos, tres pasos
y caigo en el mullido sillón de terciopelo,
el trono de hielo de este cuerpo pronto a caducar,
al igual que estas lenguas de los candelabros
contemplan ansiosas que mi muerte les de la
ansiada libertad, y se tornan rojas,
como las fauces de un sádico dragón.

Deliciosa perversión es el rastro de tu sangre en la nieve,
un grito, misa de silencio, el cristal… ¡Despierta!
y es tarde, la luz se tiñe roja, casi negra,
como la morbosa escena de un crimen a sangre y terciopelo.

Pareces mirar inmóvil en tu tumba de cristal,
y hasta pareciera tu aliento de cadáver empañar el vidrio,
las alas negras y tus manos, serenas,
como si quisieran volver a asesinarme.


¿Ya no es agradable acaso el contemplar de mis pupilas?
Traición, te envuelve el aire en felonía,
¿Reniegas de mi pacto con la muerte?
Y al cerrar los labios siento que me miras con desprecio,
con los parpados cerrados.


Es el pacto con la muerte mi fatal destino,
respiros y garras tras las rejas, es un espectro
como todas las noches arañando mi puerta,
sin duda es tu alma o la mía, queriendo estrangularnos a los dos,
reanudar el tiempo y mordernos sin piedad el corazón.

Cesan los gritos y un suave golpe en el dintel de la puerta,
indica la repetición maldita de la escena,
mientras la noche ejecuta nuevamente nuestro pacto
de silencio con el golpe sin piedad de algún martillo atroz.

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